Giliana Kudsha
Pedid y se os Dará
Si necesitáis algo, pedid al Padre y Él lo dará según Su Voluntad. Si vuestro deseo se debe a la codicia, al materialismo o para propósitos perversos, no recibiréis lo que pedís, porque vuestro deseo no es de naturaleza piadosa, sino de la oscuridad.
El Padre conoce vuestras necesidades y no dará según los deseos injustos.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 4:
Apreciación
1 Si no podéis apreciar las pequeñas cosas en vuestra vida, entonces ¿cómo podéis esperar recibir alguna vez algo más grande?
2 No os quejéis constantemente de lo que no tenéis, y no os imaginéis las cosas materiales que desearíais poseer.
3 Todo verdadero regalo que se encuentra en vuestras manos está ahí gracias al Padre de la Luz, que siempre da buenos regalos.
4 Tened aprecio siempre por el trabajo de vuestros hermanos y hermanas, Oh Hijos e Hijas de la Luz.
5 Animaos los unos a los otros para seguir adelante hacia la perfección – mostrando aprecio siempre por la verdad y por el sacrificio desinteresado de los que toman la iniciativa dentro del plan divino.
6 Una manera de mostrar vuestro agradecimiento por la bendición que recibís cada día y por la belleza de la creación que disfrutáis, es dar gracias de manera sincera al Padre de la Grandeza.
7 Pensad siempre en el bien que proviene de las lecciones que aprendéis durante toda vuestra vida – desde vuestra juventud hasta que sois ancianos. Apreciad siempre el hecho de que podéis obtener sabiduría a través de la disciplina – no desperdiciéis el tiempo que tenéis en la tierra.
Libro de la Verdad, Última Semana en Betsaida – 148:8:
8. Última Semana en Betsaida
La última semana de la estadía en Betsaida, los espías de Jerusalén se dividieron en su actitud hacia Jesús y sus enseñanzas. Tres de estos fariseos estaban enormemente impresionados por lo que habían visto y oído. Mientras tanto, en Jerusalén, Abraham, un joven miembro influyente del sanedrín, abrazó públicamente las enseñanzas de Jesús y fue bautizado por Abner en el estanque de Siloam. En Jerusalén existía un vivo interés por este acontecimiento, e inmediatamente fueron despachados mensajeros a Betsaida para llamar de vuelta a los seis espías fariseos.
El filósofo griego que había sido ganado para el reino durante la gira anterior de Galilea volvió con ciertos judíos ricos de Alejandría, y una vez más ellos invitaron a Jesús a que fuera a su ciudad con el objeto de establecer una academia conjunta de filosofía y religión y un hospital para los enfermos. Pero Jesús cortésmente rehusó la invitación.
Aproximadamente por esta época llegó al campamento de Betsaida un individuo que profetizaba cuando estaba en trance; provenía de Bagdad, y se llamaba Quirmet. Este supuesto profeta tenía visiones peculiares cuando estaba en trance y sueños fantásticos cuando alguien interrumpía su sueño. Creó considerable zozobra en el campamento, y Simón el Zelote opinaba que sería bueno tratar con cierta rudeza a este pretendido profeta que se engañaba a sí mismo, pero Jesús intervino y le otorgó entera libertad de acción por unos días. Todos los que escucharon su predicación, pronto se dieron cuenta de que sus enseñanzas no eran sólidas si se las juzgaba de acuerdo con el evangelio del reino. Poco después este individuo retornó a Bagdad, llevándose tan sólo a una media docena de almas inestables y erráticas. Pero antes de que Jesús intercediera por el profeta de Bagdad, David Zebedeo, asistido por un comité nombrado por él mismo, llevó a Quirmet al lago y, después de sumergirlo varias veces en el agua, le aconsejó que se fuera y construyera su propio campamento.
Ese mismo día, Bet-Marión, una mujer fenicia, se volvió tan fanática que perdió la cabeza y casi se ahogó porque había tratado de caminar sobre el agua; sus amigos la enviaron a su casa.
El nuevo converso jerusaleno, Abraham el fariseo, donó todos sus bienes terrenales al tesoro apostólico, y esta contribución mucho ayudó para que se pudiera enviar inmediatamente a los cien evangelistas recién capacitados. Andrés ya había anunciado el cierre del campamento, y todos se prepararon, bien para volver a su casa o bien para seguir a los evangelistas a Galilea.