Giliana Kudsha
Meditad sobre las Enseñanzas y la Imagen
Meditad sobre las enseñanzas, sobre la imagen del Mensajero y ved al Padre en el rostro del que Él ha enviado en esta era, y recibiréis la paz.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 29:
Falsos Maestros
1 Cuestionables son los que dicen ser líderes espirituales y confunden a los devotos con conocimiento falso, llevando a una eternidad de oscuridad.
2 Uno que se proclame a sí mismo maestro espiritual y que hable de sí mismo o de sí misma como si fuera un dios propaga el veneno del dinero, la codicia y la falsedad.
3 La venta de libros, seminarios y fotografías es más importante para un falso maestro que aliviar el sufrimiento de la humanidad.
4 A veces la más simple de las verdades puede estar en frente de alguien, sin embargo, no la ven porque sus ojos están cegados por filosofías vanidosas y mentiras que no están dispuestos a abandonar.
5 Los maestros que están apegados a negar la existencia del Creador solo se engañan a sí mismos y a sus discípulos.
6 Las enseñanzas de los auto proclamados maestros espirituales que niegan la existencia del Creador son cuestionables en el mejor de los casos. Habitualmente estos son hombres hambrientos de dinero.
7 Los falsos maestros van y vienen como la comida podrida. No seáis atraídos por los colores vibrantes del moho que los falsos maestros producen. Es mortal.
8 El que acepta cualquier libro u otro escrito de la pluma de un ser humano, creyendo que solo esa obra es inspirada por Dios, se prepara a sí mismo para una gran decepción, porque ¿Qué hombre entre vosotros es capaz de escribir de la profundidad y de los misterios del Espíritu del Padre que está en los cielos por encima de los cielos?
9 Porque de verdad os digo, no existe tal persona entre todos los humanos, y el que afirme tener un cargo tan grandioso fracasará en todas las cosas, porque su obra no es del Perfecto.
10 Recordad esto: No hay perfección en la maldad y no hay oscuridad en la luz.
11 De verdad os digo, un hombre no está por encima del Padre de la Grandeza. Solo la Gran Fuente de la Verdad puede dispensar sabiduría y conocimiento perfectos para el mayor beneficio de toda la creación.
12 No vaciléis en vuestra fe. Mantened esta palabra como un recuerdo dentro de vuestro corazón.
13 Entusiasmo acompañado de palabras mentirosas no hace que esas palabras sean verdaderas. Sin importar cuanto entusiasmo tengáis por la mentira, sigue siendo una mentira.
14 Siempre hay esperanza para la oveja descarriada. Son los lobos errantes los que no pueden soportar caminar en la Luz.
15 Una mente inmadura llena de ilusiones y falsas suposiciones nunca os puede conducir a un futuro mejor.
Libro de la Verdad – 138:8.1-11:
138:8.1
Después de vender el fruto de la pesca de dos semanas, Judas Iscariote, el que había sido elegido tesorero de los doce, dividió los fondos apostólicos en seis porciones iguales, pues los fondos para el cuidado de las familias dependientes ya habían sido obtenidos. Así pues casi a mediados de agosto del año 26 d. de J.C., se marcharon de dos en dos a los campos de trabajo asignados por Andrés. Las primeras dos semanas Jesús salió con Andrés y Pedro, las segundas dos semanas, con Santiago y Juan, y así sucesivamente con las otras parejas en el orden de su elección. De este modo él pudo salir por lo menos una vez con cada pareja antes de reunirlas para el comienzo de su ministerio público.
Jesús les enseñó a predicar el perdón de los pecados mediante la fe en Dios sin penitencia ni sacrificio, y que el Padre celestial ama a todos sus hijos con el mismo amor eterno. Ordenó a sus discípulos que se abstuvieran de discutir:
1. La obra y el encarcelamiento de Juan el Bautista.
2. La voz que se oyera cuando su bautismo. Jesús dijo: «Solamente los que oyeron la voz pueden referirse a ésa. Hablad solamente de las cosas que habéis oído de mí; no habléis los rumores».
3. La conversión del agua en vino en Caná. Jesús les admonestó seriamente, diciendo: «No digáis a ningún hombre nada acerca del agua y el vino».
Pasaron una época maravillosa durante estos cinco o seis meses en que trabajaban de pescadores cada dos semanas alternas, ganando así el dinero suficiente para mantenerse durante las dos semanas sucesivas de obra misionera para el reino.
La gente común se admiraba de las enseñanzas y ministerio de Jesús y sus apóstoles. Durante mucho tiempo los rabinos habían enseñado a los judíos que el ignorante no podía ser ni piadoso ni recto. Pero los apóstoles de Jesús eran así piadosos como justos; sin embargo ignoraban alegremente gran parte del saber de los rabinos y de la sabiduría del mundo.
Jesús les aclaró a sus apóstoles la diferencia entre el arrepentimiento por las así llamadas buenas obras que enseñaban los judíos y el cambio producido en la mente por la fe—el nuevo nacimiento– que él exigía como precio de admisión en el reino. Enseñó a sus apóstoles que la fe era el único requisito para entrar en el reino del Padre. Juan les había enseñado: «Arrepentíos—huid de la ira venidera». Jesús enseñaba: «La fe es la puerta abierta para entrar en el amor presente, perfecto y eterno de Dios». Jesús no hablaba como profeta, uno que viene a declarar la palabra de Dios. Parecía hablar de sí mismo como de aquel que tiene autoridad. Jesús trataba de desviar el pensamiento de ellos de la búsqueda del milagro y dirigirlo hacia el hallazgo de una experiencia verdadera y personal en la satisfacción y seguridad de que el espíritu de amor y misericordia salvadora de Dios reside en ellos.
Los discípulos aprendieron muy pronto que el Maestro tenía un profundo respeto y una compasiva consideración por todo ser humano con quien se encontraba, y mucho les conmovía esta consideración uniforme e invariable que él tan sistemáticamente brindaba a toda clase de hombres, mujeres y niños. A veces se interrumpía en el medio de un profundo discurso, para salir al camino y ofrecer unas palabras de aliento a una mujer que pasaba agobiada por el peso de su cuerpo y de su alma. Interrumpía una intensa conversación con sus apóstoles para fraternizar con un niño intruso. No había para Jesús nada más importante que ese individuo humano que al azar estaba en su presencia inmediata. Era instructor y maestro, pero era aun más—era también un amigo y un vecino, un camarada comprensivo.
Aunque la enseñanza pública de Jesús consistía fundamentalmente en parábolas y en discursos breves, invariablemente enseñaba a sus apóstoles mediante preguntas y respuestas. Posteriormente interrumpiría siempre sus discursos públicos para responder a las preguntas sinceras.
Al principio los apóstoles se asombraron de la forma en que trataba Jesús a las mujeres, pero pronto se acostumbraron; les hizo saber muy claramente que las mujeres habían de tener iguales derechos que los hombres en el reino.