Giliana Kudsha
Pon Tu Confianza en el Creador
Independientemente del entorno político o la corrupción religiosa que te rodea, siempre pon tu confianza en el Creador. Él es el único que te llevará a salvo a la otra orilla donde disfrutarás de Su Presencia.
Las promesas de los humanos pueden fallar, por más sincero que uno sea; pero hay otros entre los hombres y las mujeres que son agentes de la malvada y de su sistema en tu mundo. Las palabras que hablan son siempre mentiras o lo que parecen ser verdades pero ocultas detrás de humo y niebla engañosos.
El Eterno Creador no hace nada para engañar a Su creación. Él está lleno de verdad y bondad y siempre será fiel a Sus hijos e hijas.
Con el mundo desmoronándose a tu alrededor, debes saber en quién debes poner tu confianza.
Enseñanzas de la Luz Capítulo 42:
Hipocresía
1 No hagáis vosotros lo que detestáis en otra persona.
2 No voy a tolerar a un hipócrita en la Asamblea de la Verdad – porque su boca es como un pescado podrido que está rodeado de moscas y es detestable para todos aquellos que siguen el Camino de la Justicia.
3 El hipócrita siempre juzgará a los demás basándose en sus miedos personales y en su falta de conocimiento, pero el hombre o mujer de rectitud siempre tratará de comprender las acciones de los demás antes de hablar.
4 No seáis como los líderes religiosos del mundo que viven en la hipocresía.
5 Más bien, viviréis humildemente y siempre trataréis de hacer la Voluntad del Padre que mora en el cielo de los cielos – esa morada gloriosa por encima de toda la creación.
Lectura de la Torá: Levítico 21:1-24:23
PARASHAT EMOR – SECCIÓN EMOR
21
1 El Eterno le dijo a Moshé (Moisés): «Diles a los sacerdotes, los hijos de Aarón, y les dirás: cada uno de vosotros no se impurificará con una persona muerta de su pueblo;
2 excepto por el familiar que le es más cercano: su madre y su padre, su hijo, su hija y su hermano;
3 y su hermana virgen que le es cercana, que no se ha casado con un hombre; por ella se impurificará.
4 El marido entre su pueblo no se impurificará por la mujer que lo profana.
5 No se dejarán una zona calva en la cabeza y no se afeitarán el borde de la barba y en su carne no cortarán un tajo.
6 Serán santos para su Dios y no profanarán el Nombre de su Dios; pues ofrendan las ofrendas de fuego de El Eterno, por eso deben permanecer santos.
7 No se casarán con una mujer que se ha prostituido o que es profana de nacimiento, y no se casarán con una mujer que se ha divorciado de su marido, pues es santo para su Dios.
8 Lo santificaréis, pues él ofrenda el pan de vuestro Dios; permaneceréis santo para vosotros, pues santo soy Yo, El Eterno, Quien os santifica.
9 Si la hija de un sacerdote se mancilla a través del adulterio, deshonra a su padre: será consumida por el fuego.
10 El sacerdote que es exaltado sobre sus hermanos y sobre cuya cabeza se vertió el aceite de unción, o que ha sido consagrado para vestir las vestimentas, no dejará su cabellera sin cortar ni rasgará sus vestiduras.
11 No se acercará a ninguna persona muerta; no se impurificará por su padre ni por su madre.
12 No se saldrá del Santuario ni profanará el Santuario de su Dios; pues hay una corona sobre él: el aceite de la unción de su Dios. Yo soy El Eterno.
13 Se casará con una mujer en virginidad de ella.
14 La viuda, la divorciada, la mujer profana de nacimiento, la prostituta: no se casará con ellas; únicamente una virgen de su pueblo tomará por mujer.
15 Así no profanará su descendencia entre su pueblo; pues Yo soy El Eterno Quien lo santifica».
16 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
17 «Háblale a Aarón, diciendo: todo hombre de tu descendencia a lo largo de sus generaciones en el que hubiere mácula, no se aproximará a ofrendar el pan de su Dios.
18 Todo hombre en el que hubiere mácula no se acercará: el hombre que es ciego o lisiado, o cuya nariz no tiene caballete, o que tiene una extremidad más larga que la otra;
19 o que tuviere una pierna rota o un brazo roto;
20 o que tiene cejas extremadamente largas o una membrana o una mácula en el ojo, o una erupción seca o húmeda en la piel, o que tiene los testículos aplastados.
21 Todo hombre de entre la descendencia de Aarón el Sacerdote que tenga mácula no se acercará a ofrendar las ofrendas de fuego de El Eterno: tiene mácula, no se acercará al pan de su Dios para ofrecerlo.
22 El pan de su Dios de lo más sagrado y de lo sagrado puede comer.
23 Pero no vendrá a la Partición y no se aproximará al Altar, pues tiene mácula; y no profanará Mis servicios sagrados, pues Yo soy El Eterno, Quien los santifica».
24 Moshé (Moisés) les habló a Aarón y a sus hijos, y a todos los Hijos de Israel.
22
1 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
2 «Háblale a Aarón y a sus hijos, para que se alejen de las cosas santas de los Hijos de Israel, aquello que Me consagran, para que no profanen Mi Santo Nombre, Yo soy El Eterno.
3 Diles: a lo largo de vuestras generaciones, cualquier hombre impuro de entre cualquiera de vuestros descendientes que se acercare a las cosas santas que los Hijos de Israel pueden consagrarle a El Eterno, esa persona será tronchada de ante Mi, Yo soy El Eterno.
4 Todo hombre de la descendencia de Aarón que esté afectado por la tzaraat o por un flujo no comerá de las cosas santas hasta que se haya purificado; y el que toque a cualquier persona que se ha impurificado por un cadáver o a un hombre que tiene una emisión de semen,
5 o un hombre que toca cualquier reptil por medio del cual puede impurificarse, o a una persona por medio de la cual puede impurificarse, cualquiera que sea su impureza.
6 La persona que lo toque será impura hasta el anochecer; no comerá de las cosas santas a menos que haya sumergido su cuerpo en el agua.
7 Después de que se haya puesto el sol se purificará; luego podrá comer de las cosas santas, pues es el pan suyo.
8 No comerá del cadáver ni de un animal despedazado, para no impurificarse por medio de él, Yo soy El Eterno.
9 Protegerán Mi custodia y no cargarán así con un pecado, muriendo a causa de él, pues lo habrán profanado, Yo soy El Eterno, Quien los santifica.
10 Ningún hombre extraño, que no sea sacerdote, podrá comer de lo santo; el que resida junto con un sacerdote o su empleado no comerá de lo santo.
11 Si un sacerdote adquiriere a una persona con su dinero, puede comer de él; y alguien nacido en su casa, pueden comer de su pan.
12 Si la hija de un sacerdote se casare con un extraño, no sacerdote, ésta no puede comer de las cosas santas separadas.
13 Y la hija de un sacerdote que quedare viuda o se divorciare, y no tuviere descendientes, puede retornar a la casa de su padre, como en su juventud, y puede comer del pan de su padre; pero ningún extraño, no sacerdote, podrá comer de él.
14 Si un hombre comiere de lo santo por error, le agregará un quinto y le reintegrará lo santo al sacerdote.
15 No profanarán las cosas santas de los Hijos de Israel que ellos separan para El Eterno,
16 y harán que carguen con el pecado de la culpa cuando coman sus cosas santas, pues Yo soy El Eterno, Quien los santifica».
17 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
18 «Háblale a Aarón y a sus hijos, y a todos los Hijos de Israel, y diles: todo hombre de la Casa de Israel y de los conversos en Israel que trajere su ofrenda por cualquiera de sus votos o cualquiera de sus ofrendas voluntarias a El Eterno como ofrenda ígnea -olá-,
19 para que os sea favorable: deberá ser sin mácula, macho, del ganado vacuno, de las ovejas o las cabras.
20 Todo aquel que tenga mácula no lo ofrendaréis, pues no os será favorable.
21 Y el hombre que trajere una ofrenda de paz -shlamim- a El Eterno, del ganado vacuno o de las ovejas, para llevar a cabo alguna promesa expresada o una ofrenda voluntaria, ésta será sin mácula para que halle gracia; no tendrá mácula.
22 El animal ciego o quebrado, o con el párpado partido o con verruga, o con erupción seca o húmeda en la piel: no lo ofrendaréis a El Eterno y no colocaréis ninguno de ellos como ofrenda de fuego sobre el Altar para El Eterno.
23 El buey o la oveja que tiene una extremidad más larga que la otra o que tiene pezuñas sin partir, lo podrás utilizar como donativos, pero no será aceptado como ofrenda de votos.
24 Aquel que tenga los testículos estrujados, aplastados, desgarrados o cortados, no lo ofrendaréis a El Eterno, ni haréis estas cosas en vuestra Tierra.
25 Del hombre extranjero no podréis ofrendar el pan de tu Dios de ninguno de éstos, pues la corrupción está sobre ellos, mácula hay en ellos y no os serán favorables».
26 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
27 «Cuando nazca un buey o una oveja o cabra, permanecerá bajo su madre durante siete días; y a partir del octavo día, es aceptable como ofrenda de fuego para El Eterno.
28 Pero el buey o la oveja, no podréis sacrificarlo con su cría el mismo día.
29 Cuando sacrifiquéis una ofrenda de gracias para El Eterno, la sacrificaréis para hallar gracia.
30 Deberá ser comida ese mismo día; no dejaréis nada hasta la mañana; Yo soy El Eterno.
31 Observaréis mis preceptos y los haréis. Yo soy el Eterno.
32 No profanaréis Mi Santo Nombre, sino que deberé ser santificado entre los Hijos de Israel. Yo soy El Eterno, Quien os santifica, 33 Quien os sacó de la tierra de Egipto para ser un Dios para vosotros; Yo soy El Eterno».
23
1 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
2 «Háblales a los Hijos de Israel y diles: las fiestas designadas de El Eterno que habréis de designar como santas convocaciones, éstas son mis fiestas designadas.
3 Durante seis días se podrá realizar labor y el séptimo día es día de absoluto descanso, santa convocación, no haréis ninguna labor; es Shabat para El Eterno, en todos vuestros lugares de residencia.
4 Éstas son las fiestas designadas de El Eterno, las santas convocaciones, que designaréis en su época apropiada:
5 en el primer mes, el catorce del mes a la tarde, es el momento de la ofrenda de Pesaj a El Eterno.
6 Y el día quince de este mes es la Fiesta de las Matzot a El Eterno; comeréis matzot durante siete días.
7 El primer día habrá santa convocación para vosotros; toda labor no haréis.
8 Traeréis una ofrenda de fuego a El Eterno durante siete días; el séptimo día habrá santa convocación; toda labor no haréis».
9 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
10 «Háblales a los Hijos de Israel y diles: cuando entréis a la Tierra que os doy y recolectéis su cosecha, traeréis la medida de un omer de vuestra primera cosecha al sacerdote.
11 Él agitará el omer ante El Eterno para hallar gracia para vosotros; al día siguiente del primer día de descanso lo agitará el sacerdote.
12 El día que agitéis el omer, realizaréis el servicio de ofrendar un cordero sin mácula en su primer año como ofrenda ígnea -olá- a El Eterno.
13 Su ofrenda vegetal -minjá- será de dos décimos de efá de sémola mezclada con aceite, una ofrenda de fuego a El Eterno, de aroma agradable; y su libación será vino, un cuarto de hin.
14 No comeréis pan ni semillas tostadas ni semillas frescas hasta este mismo día, hasta que traigáis la ofrenda de vuestro Dios; es un decreto eterno por vuestras generaciones en todos vuestros lugares de residencia.
15 Contaréis para vosotros, desde el día siguiente del primer día de descanso, desde el día en que traéis el omer de la agitación, siete semanas; éstas serán completas.
16 Hasta el día siguiente de la séptima semana, contaréis cincuenta días y ofreceréis una nueva ofrenda vegetal -minjá- a El Eterno.
17 Desde vuestros lugares de residencia traeréis pan que será agitado, dos hogazas hechas de dos décimos de efá, serán de sémola, horneadas con levadura; primicias para El Eterno.
18 Con el pan ofreceréis siete corderos sin mácula en su primer año, un toro joven, y dos carneros; serán ofrenda ígnea -olá- a El Eterno, con su ofrenda vegetal -minjá- y sus libaciones, una ofrenda de fuego, de aroma agradable para El Eterno.
19 Ofrendaréis un macho cabrío como sacrificio expiatorio -jatat- y dos corderos en su primer año como ofrendas de paz.
20 El sacerdote los agitará sobre los panes de las primicias sobre las dos ovejas como un servicio de agitación ante El Eterno; serán santos para El Eterno y para el sacerdote.
21 Convocaréis ese mismo día, habrá una santa convocación para vosotros, toda labor no haréis; es un decreto eterno en todos vuestros lugares de residencia para vuestras generaciones.
22 Cuando recolectéis la cosecha de vuestra tierra, no recogeréis completamente las esquinas de vuestro campo, ni recolectaréis las espigas caídas de vuestra cosecha; para el pobre y el converso las dejaréis; Yo soy El Eterno, vuestro Dios».
23 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
24 «Háblales a los Hijos de Israel, diciendo: en el mes séptimo, el primero del mes, habrá un día de descanso para vosotros, un recordatorio con sonidos de shofar, una santa convocación.
25 Toda labor no haréis y ofrendaréis una ofrenda de fuego a El Eterno».
26 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
27 «Pero el día diez de este séptimo mes es el Día de la Expiación; habrá una santa convocación para vosotros y afligiréis vuestras almas; ofrendaréis una ofrenda de fuego a El Eterno.
28 Toda labor no haréis en este día, pues es el Día de la Expiación, para procuraros expiación ante El Eterno, vuestro Dios.
29 Pues toda alma que no se aflija en ese día será tronchada de su pueblo.
30 Y toda alma de entre su pueblo que hiciere cualquier labor en este día, Yo destruiré esa alma.
31 Toda labor no haréis; es un decreto eterno a través de vuestras generaciones, en todos vuestros lugares de residencia.
32 Es un día de absoluto descanso para vosotros y afligiréis vuestras almas; el nueve del mes al anochecer, desde un anochecer al otro anochecer, descansaréis en vuestro día de descanso».
33 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
34 «Háblales a los Hijos de Israel, diciendo: el día quince de este séptimo mes es la Fiesta de Sucot por un lapso de siete días, para El Eterno.
35 En el primer día hay santa convocación, toda labor no haréis.
36 Durante un lapso de siete días ofrendarás una ofrenda de fuego a El Eterno; el octavo día habrá una santa convocación para vosotros y ofrendarás una ofrenda de fuego a El Eterno; es una asamblea, no haréis ningún trabajo.
37 Éstas son las fiestas designadas de El Eterno que proclamaréis como santas convocaciones, para ofrendar una ofrenda de fuego a El Eterno: una ofrenda ígnea -olá- y su ofrenda vegetal -minjá-, una ofrenda y su libación, la exigencia de cada día en su día.
38 Además de los Shabat de El Eterno, y además de vuestros presentes, además de todos vuestros votos, y además de todas vuestras ofrendas voluntarias, que presentaréis a El Eterno.
39 Pero el día quince del séptimo mes, cuando recolectéis la cosecha de la tierra, celebraréis la fiesta de El Eterno por un lapso de siete días; el primer día es un día de descanso y el octavo día es un día de descanso.
40 Tomaréis para vosotros el primer día el fruto del árbol del cidro, las ramas de palmeras datileras, ramas de un árbol trenzado y sauces del arroyo; y os alegraréis ante El Eterno, vuestro Dios, durante siete días.
41 La celebraréis como una fiesta para El Eterno, por un lapso de siete días en el año, es un decreto eterno para vuestras generaciones; en el séptimo mes la celebraréis.
42 Habitaréis en cabañas durante siete días; todo nativo de Israel habitará en cabañas.
43 Para que vuestras generaciones sepan que Yo hice que los Hijos de Israel habitaran en cabañas cuando los saqué de la tierra de Egipto; Yo soy El Eterno, vuestro Dios».
44 Y Moshé (Moisés) declaró las fiestas designadas por El Eterno a los Hijos de Israel.
24
1 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
2 «Ordena a los Hijos de Israel que te lleven aceite de oliva puro, prensado, para iluminación, para encender una lámpara perenne.
3 Aaron la dispondrá afuera de la Partición del Testimonio, en la Tienda de la Reunión; arderá desde la noche a la mañana ante El Eterno, continuamente; es un decreto eterno para vuestras generaciones.
4 En la Menorá pura dispondrá las lumbreras, ante El Eterno, continuamente.
5 Tomaréis sémola y hornearás con ella doce panes; cada pan será de dos décimos de efá.
6 Los colocaréis en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la Mesa pura, ante El Eterno.
7 Colocarás incienso puro sobre cada hilera y será un recordatorio para el pan, una ofrenda de fuego para El Eterno.
8 Todos y cada uno de los Shabat, los dispondréis ante El Eterno continuamente, como pacto eterno de los Hijos de Israel.
9 Les pertenecerán a Aarón y sus hijos, y los comerán en un lugar santo, pues son santísimos para él, son de las ofrendas de fuego de El Eterno, es un decreto eterno».
10 El hijo de la mujer israelita salió y era el hijo de un hombre egipcio entre los Hijos de Israel; lucharon en el campamento, el hijo de la mujer israelita y el hombre israelita.
11 El hijo de la mujer israelita pronunció el Nombre y blasfemó, y lo trajeron a Moshé (Moisés); el nombre de la madre era Shelomit hija de Divri, de la tribu de Dan.
12 Lo colocaron bajo custodia para aclararles por medio de El Eterno.
13 El Eterno habló a Moshé (Moisés), diciendo:
14 «Llevad al blasfemador afuera del campamento y todos los que lo oyeron apoyarán sus manos sobre su cabeza: toda la asamblea lo apedreará.
15 Y a los Hijos de Israel hablarás diciendo: cualquier hombre que blasfeme a su Dios cargará con su pecado;
16 y el que pronuncie con blasfemia el Nombre de El Eterno será condenado a muerte, toda la asamblea ciertamente lo apedreará; tanto el converso como el nativo, cuando blasfeme el Nombre, será condenado a muerte.
17 Y el hombre, si ataca mortalmente a cualquier vida humana, será condenado a muerte.
18 Y el hombre que ataque mortalmente a una vida animal, recompensará vida por vida.
19 Y si un hombre infligiere una herida a su prójimo, tal como hizo le harán a él;
20 rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente, así como infligió una herida a otra persona, así le será infligida a él.
21 El que ataque a un animal lo restituirá, y el que ataque a una persona será condenado a muerte.
22 Habrá una ley para vosotros, tanto para el converso como para el nativo, pues Yo, El Eterno, soy vuestro Dios».
23 Moshé (Moisés) habló a los Hijos de Israel, y llevaron al blasfemador afuera del campamento y lo apedrearon a muerte; y los Hijos de Israel hicieron tal como El Eterno le había ordenado a Moshé (Moisés).
Lectura del Libro de la Verdad: La Última Aparición en Jerusalén y la Ascensión del Maestro – 193:3.1-3; 193:5.1-5
La Última Aparición en Jerusalén
193:3.1
El jueves 18 de mayo por la mañana temprano, Jesús hizo su última aparición en la tierra como personalidad morontial. Cuando los once apóstoles estaban a punto de sentarse para compartir el desayuno en el aposento superior de la casa de María Marcos, Jesús apareció ante ellos y les dijo:
«Que la paz sea con vosotros. Os he pedido que os quedéis aquí en Jerusalén hasta que yo ascienda al Padre, aun hasta que yo os envíe el Espíritu de la Verdad, que pronto será derramado sobre toda la carne y que os dotará de poder desde lo alto.» Simón el Zelote interrumpió a Jesús, preguntando: «Entonces, Maestro, ¿restaurarás el reino, y veremos nosotros la gloria de Dios manifestada en la tierra?» Cuando Jesús hubo escuchado la pregunta de Simón, respondió: «Simón, aún te aferras a tus viejas ideas del Mesías judío y del reino material. Pero recibirás poder espiritual después de que el espíritu haya descendido sobre vosotros, y luego iréis a todo el mundo predicando este evangelio del reino. Así como el Padre me envió al mundo, así os envío yo. Y deseo que os améis unos a los otros y que confiéis los unos en los otros. Judas ya no está con vosotros, porque se enfrió su amor, y porque se negó a confiar en vosotros, sus leales hermanos. ¿Acaso no habéis leído en las Escrituras donde está escrito: ‘No es bueno para el hombre estar solo. Ningún hombre vive para sí mismo’? Y también allí donde dice: ¿‘el que quiere tener amigos debe mostrarse amigo’? Y ¿acaso no os envié a enseñar de dos en dos, para que no estuvierais solos y no cayerais en la maldad y las tristezas del aislamiento? También sabéis bien que, cuando vivía en la carne, no me permití a mí mismo estar a solas por largos períodos. Desde el comienzo mismo de nuestra asociación tuve siempre a dos o tres de vosotros constantemente a mi lado o muy cerca de mí, aun cuando comulgaba con el Padre. Confiad, pues, los unos en los otros. Y esto es aun más necesario ahora, puesto que este día yo os dejo solos en el mundo. La hora ha llegado; estoy por irme al Padre».
Cuando hubo hablado les indicó con un gesto que fueran con él, y los condujo afuera hasta el Monte de los Olivos, donde les dijo adiós preparándose para partir de Urantia. Fue éste un viaje solemne al Oliveto. Nadie habló una sola palabra desde el momento en que salieron del aposento superior hasta que Jesús se detuvo con ellos en el Monte de los Olivos.
La Ascensión del Maestro
193:5.1
Eran casi las siete y media de este jueves 18 de mayo por la mañana, cuando Jesús llegó a la pendiente occidental del Monte Oliveto con sus once silenciosos y un tanto confundidos apóstoles. Desde esta ubicación, unos dos tercios del camino por la vertiente ascendente de la montaña, podían contemplar a Jerusalén y Getsemaní. Jesús se preparaba ahora para decir su último adiós a los apóstoles antes de despedirse de Urantia. Al estar él de pie entre ellos, sin que él les pidiera se arrodillaron a su alrededor en círculo, y el Maestro dijo:
«Os exhorté que os quedarais en Jerusalén hasta que recibierais el poder de lo alto. Ahora estoy por despedirme de vosotros; estoy por ascender a mi Padre, y pronto, muy pronto, enviaremos a este mundo de mi estadía el Espíritu de la Verdad; y cuando él haya llegado, comenzaréis la nueva proclamación del evangelio del reino, primero en Jerusalén y luego en todos los rincones de la tierra. Amad a los hombres con el amor con el cual yo os he amado a vosotros y servid a vuestros semejantes mortales así como yo os he servido. Mediante los frutos espirituales de vuestra vida, incitad a las almas a creer en la verdad de que el hombre es hijo de Dios, y que todos los hombres son hermanos. Recordad todo lo que yo os he enseñado y la vida que he vivido entre vosotros. Mi amor os sobrecogerá, mi espíritu morará con vosotros, y mi paz velará sobre vosotros. Adiós».
Después de hablar así el Maestro morontial desapareció de su vista. Esta así llamada ascensión de Jesús no fue de ninguna manera diferente de sus otras desapariciones de la visión mortal durante los cuarenta días de su carrera morontial en Urantia.
El Maestro fue a Edentia por el camino de Jerusem, donde los Altísimos, vigilados por el Hijo del Paraíso, liberaron a Jesús de Nazaret del estado morontial y, por los canales espirituales de la ascensión, lo restauraron al estado de filiación Paradisiaca y soberanía suprema en Salvingtón.
Eran aproximadamente las siete y cuarenta y cinco de esta mañana cuando el Jesús morontial desapareció de la vista de los once apóstoles para comenzar la ascensión a la diestra de su Padre, y allí recibir la confirmación formal de su soberanía completada del universo de Nebadon.